La Comisión Europea propuso este lunes 7 de abril de 2025 aplicar aranceles del 10% y del 25% a diversas importaciones de productos estadounidenses, en respuesta a las medidas impuestas por la administración de Donald Trump sobre el acero y el aluminio provenientes de la Unión Europea. La iniciativa forma parte de una primera respuesta oficial del bloque comunitario, y ahora corresponde a los Estados miembros pronunciarse al respecto antes del miércoles. Para que la propuesta sea bloqueada, se requeriría una mayoría cualificada de los países europeos en contra.
El documento elaborado por Bruselas distingue entre tres etapas para la entrada en vigor de los nuevos aranceles. En primer lugar, se aplicarán a partir del 15 de abril si los países del bloque aprueban la lista esta semana. Estos productos ya fueron gravados durante la crisis comercial de 2018, aunque algunos, como el whisky bourbon, han sido retirados del listado actual. En esencia, la UE simplemente dejará de suspender las sanciones arancelarias que había aplicado en aquel entonces.
La primera lista de productos incluye artículos como maíz dulce, arroz, puros, cigarrillos, aceites esenciales, calzado, muebles, así como distintos tipos de vidrio de seguridad y óptico.
Una segunda lista, que comenzaría a regir a partir del 16 de mayo, contiene productos estadounidenses que también enfrentarán aranceles de hasta el 25%. Esta medida responde a los plazos de notificación establecidos por la Organización Mundial del Comercio (OMC). En esta categoría se incluyen minerales y concentrados de cobre, materiales usados en construcción civil como rieles ranurados, tablestacas y ciertos tubos metálicos, así como productos agroalimentarios como gallinas ponedoras, carne de ave y café.
Finalmente, la Comisión Europea establece el 1 de diciembre como fecha de inicio para gravar una lista más reducida de productos, que incluye cinco tipos distintos de almendras y soja.
Esta propuesta de aranceles representa una nueva escalada en la disputa comercial entre ambos bloques, y marca un giro en la postura europea que hasta ahora había buscado evitar represalias directas.