miércoles, 16 de abril, 2025

Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)

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Entre las manías y la enfermedad: ¿dónde está el límite… y lo has cruzado?

Ordenado… de más. David Beckham explica en el documental de Netflix sobre su vida cómo es vivir con un trastorno obsesivo compulsivo. En su caso se trasluce, sobre todo, en su fanatismo por el orden y la limpieza en su casa, como mostró en el documental.

Antes de salir de viaje, ¿compruebas una y otra vez si cerraste el gas y si llevas el pasaporte? ¿Al llegar del súper acomodas los tarros por parejas? ¿Te molesta profundamente si alguien toca tus cosas y no las deja exactamente como estaban?

¿Quién no tiene manías? Todos tenemos pequeños rituales o costumbres que nos hacen sentir seguros. Desde sumar los números de la matrícula del coche que va delante, hasta revisar varias veces si la puerta está cerrada con llave. Son gestos que, en muchos casos, tienen un origen evolutivo: los más prudentes y precavidos fueron quienes sobrevivieron.

Pero, ¿cuándo estas manías dejan de ser inofensivas y se transforman en un trastorno obsesivo compulsivo (TOC)?

¿Qué es el TOC?

El TOC es una de las alteraciones psiquiátricas más frecuentes. En España afecta a entre el 2 y el 3 % de la población a lo largo de su vida, lo que equivale a unas 500.000 a 700.000 personas con algún grado de afectación. Aunque es menos frecuente que la depresión o la ansiedad, es más común que trastornos psicóticos o bipolares, y puede llegar a generar niveles de incapacidad comparables a los de la esquizofrenia.

Quienes lo padecen se ven atrapados en un círculo vicioso de pensamientos obsesivos y comportamientos compulsivos. Los pensamientos intrusivos generan ansiedad, y para aliviarla se realizan rituales: lavarse las manos repetidamente, verificar cerraduras una y otra vez, o colocar los objetos con precisión milimétrica. Aunque son conscientes de lo ilógico de sus acciones, no pueden evitarlo.

“El TOC convierte a quien lo padece en un esclavo de sus ideas y acciones”, explica la psiquiatra Ana Beatriz Barbosa, autora del best-seller Mentes y manías.

A diferencia de las fobias, donde el miedo se enfoca en un objeto o situación concreta, en el TOC el miedo nace del propio pensamiento, y es ese pensamiento el que desencadena una conducta compulsiva.

El precio del silencio

Un estudio del hospital Mount Sinaí (Nueva York), basado en más de 700 pacientes, reveló que en el 70 % de los casos las relaciones familiares estaban profundamente deterioradas debido al trastorno, y que el 90 % de los afectados tenían la autoestima por los suelos. No es de extrañar que el TOC suela ir acompañado de depresión o incluso abuso de alcohol, y que quienes lo padecen sean reacios a pedir ayuda.

“Entre la aparición de los primeros síntomas y el diagnóstico transcurren, en promedio, 17 años”, afirma el psiquiatra Eurípedes Miguel, investigador de la Fundación de Investigación de São Paulo.

Durante todo ese tiempo, los rituales compulsivos —en lugar de aliviar el problema— refuerzan las obsesiones. Y si no se llevan a cabo, el malestar se intensifica aún más. Un círculo vicioso infernal del que no se puede salir sin ayuda.

¿Qué lo causa? ¿Cómo se trata?

Aunque las causas del TOC no están completamente claras, se sabe que involucra factores genéticos y ambientales. Las técnicas de neuroimagen han detectado que el TOC afecta regiones del cerebro como el córtex orbitofrontal y los ganglios basales, zonas clave para el procesamiento de la información y el control del miedo. También se ha demostrado el papel de la serotonina, una sustancia asociada al bienestar, cuyo déficit parece estar implicado en el trastorno.

Desde finales de los años 80, los antidepresivos ISRS, como el Prozac, comenzaron a utilizarse con éxito para aliviar los síntomas del TOC. Hoy, el tratamiento más eficaz combina medicación con terapia cognitivo-conductual, que busca cuestionar los pensamientos irracionales del paciente y exponerlo progresivamente a las situaciones que le angustian.

La mejora suele observarse a las tres semanas, pero la medicación debe mantenerse al menos un año para evitar recaídas. Aunque el TOC no tiene cura definitiva, sus síntomas pueden reducirse hasta en un 80 % con tratamiento adecuado.

Manías, sí. Obsesiones, no.

Algunos trastornos pueden parecer TOC pero no lo son: el sexo compulsivo, el juego patológico, la hipocondría o los trastornos alimentarios. La diferencia clave es que, en estos últimos, el paciente no percibe sus actos como absurdos. En cambio, la persona con TOC sí es consciente de lo ilógico de su comportamiento… y aun así no puede evitarlo.

Todos podemos tener episodios obsesivo-compulsivos esporádicos, como verificar muchas veces si cerramos la puerta o llevamos el pasaporte. Mientras no interfieran con nuestra salud o vida diaria, no hay motivo de alarma. Pero si esas manías se vuelven incapacitantes, hay esperanza: con apoyo profesional, el TOC se puede controlar. Nadie está condenado a vivir como rehén de su mente.

TEST DE OBSESIONES Y COMPULSIONES

A continuación, un breve cuestionario orientativo. Escoge la opción que mejor se aplique a ti.

(Recuerda: esto no sustituye una evaluación médica).

A. Me lavo las manos:

  • (0) Solo cuando están sucias.
  • (1) Siempre que toco algo que podría estar sucio.
  • (2) Varias veces al día, incluso cuando parece que están limpias.

B. Verifico si la puerta o el gas están bien cerrados:

  • (0) A veces, sin mayor preocupación.
  • (1) Me gusta revisarlo una o dos veces.
  • (2) Regreso muchas veces para comprobarlo.

C. Al vestirme para salir:

  • (0) Lo hago en pocos minutos.
  • (1) Tardo un poco, me importa el aspecto.
  • (2) Tardo mucho, tengo la impresión de que algo siempre está mal.

D. En cuanto a la organización de mis cosas:

  • (0) Me gusta el orden, pero sin exagerar.
  • (1) Procuro mantener todo bien organizado.
  • (2) Todo debe estar exactamente como lo dejé.

E. Cuando me baño:

  • (0) Lo justo para lavarme.
  • (1) Me relajo un poco más de lo necesario.
  • (2) No paro hasta sentirme completamente limpio.

F. Acerca de coleccionar cosas:

  • (0) Solo objetos específicos.
  • (1) Guardo muchas cosas, incluso ropa que no uso.
  • (2) No tiro nada, ni periódicos viejos ni objetos inservibles.

G. Miedo a enfermarme:

  • (0) Evito lo claramente contaminado.
  • (1) Evito cosas con riesgo evidente (como la taza del inodoro).
  • (2) Evito hasta manillas de puertas o botones que todos tocan.

H. Mis pensamientos:

  • (0) Cambian con lo que estoy viviendo.
  • (1) Se fijan a veces en ciertas ideas.
  • (2) Se repiten una y otra vez, sin parar.

I. Tipo de pensamientos:

  • (0) Cambian con las situaciones.
  • (1) Siento una necesidad fuerte de pensar en ciertas cosas.
  • (2) Me siento obligado a pensar en cosas para calmarme.

J. Mis actos:

(2) Hago cosas compulsivas como golpear puertas cinco veces o contar sillas.

(0) Tienen un propósito claro.

(1) A veces hago cosas sin sentido, como usar ropa específica ciertos días.


RESULTADOS DEL TEST

  • De 0 a 5 puntos: No tienes de qué preocuparte. Tener algunas manías es completamente normal.
  • De 6 a 10 puntos: Podrías tener algunas conductas obsesivas. Si interfieren con tu vida, considera consultar a un especialista.
  • De 11 a 20 puntos: Tus respuestas podrían indicar síntomas de TOC. Es recomendable buscar ayuda profesional para un diagnóstico adecuado.

Dime en qué piensas y te diré qué manía tienes

1. Mental | «Repetir me salva»

En el 90 por ciento de los TOC, los pensamientos recurrentes y los actos repetitivos están asociados. Éstos son los casos más frecuentes:

QUÉ ES: La persona cree que si no realiza ciertas tareas, como repetir palabras, no se librará de sus pensamientos.

LA EXPERIENCIA: «La estrella de cinco puntas es un símbolo místico: con la punta hacia arriba refleja el bien; hacia abajo, el mal. Y yo siempre pienso en ella así, y eso me obliga a repetir los nombres de los arcángeles».

2. Simétrica | «Adicción al orden»

QUÉ ES: Cuidado extremo con la exactitud o el alineamiento de los objetos. A veces, al tocar algún objeto sin querer con un brazo, la persona hace lo mismo con el otro.

LA EXPERIENCIA: «Cuando veía desordenados los discos de mi cuarto, me entraba la angustia y sentía que mis padres o yo íbamos a sufrir un accidente».

3. Higiénica | «Terror al virus»

QUÉ ES: Miedo desmedido a ser contagiado por virus o bacterias. Se asocia a rituales de limpieza y lavado.

LA EXPERIENCIA: «Cuando rozo a alguien en la calle, me angustio al pensar que esa persona puede estar enferma y contagiarme algo. Sólo me calmo después de pasar horas en el baño lavándome a conciencia».

4. Indecisa | «Nada es seguro»

QUÉ ES: Inquietud constante por no estar completamente seguro de haber realizado determinada tarea.

LA EXPERIENCIA: «Cualquier cosa que hago, me deja siempre con multitud de interrogantes en la cabeza: ‘¿Lo he hecho ya?’ o ‘¿lo he hecho bien?’ No tengo ninguna seguridad ni paz. Mi vida es un infierno».

5. Sexual | «El vicio me mata»

QUÉ ES: La mente es dominada por pensamientos obscenos e impulsos incestuosos, no deseados, que causan gran sufrimiento a la víctima.

LA EXPERIENCIA: «Evito salir de casa por miedo a no conseguir quitar los ojos de los genitales de la gente que me cruzo por la calle o de hacer propuestas indecorosas a quien considere atractivo».

6. Coleccionista | «Todo me sirve»

QUÉ ES: Idea fija en coleccionar determinados objetos o no deshacerse de ellos, por pensar que todo podrá ser útil en el futuro.

LA EXPERIENCIA: «Comencé a juntar periódicos hace cerca de 15 años. Los conservo todos y no tiro ninguno por miedo a que, algún día, necesite alguna de sus informaciones».

7. Somática | «Estoy enfermo»

QUÉ ES: Preocupación excesiva por padecer alguna enfermedad, incluso aunque la persona no presente ningún tipo de síntoma que la revele.

LA EXPERIENCIA: «Vivo pensando que tengo cáncer. No siento nada, sé que no tiene nada que ver, pero esa idea me atormenta todo el tiempo y me inhabilita para llevar una vida normal».

8. Agresiva | «Herir a mi hijo»

QUÉ ES: Sentir que se está a punto de dañar a alguien.

LA EXPERIENCIA: «Desde que tuve a mi hijo, mi manía de cerrar los cajones de los cubiertos sólo si estaban ordenados empeoró. Pensaba que si algún cuchillo se movía de su sitio en el interior, heriría con él a mi hijo. Así, abría y cerraba el cajón sin descanso».